Luego de haber perdido el miedo a emprender, el siguiente paso es perder el miedo a fallar. ¿Cómo hacerlo? Necesitas una red de apoyo.

Últimamente me resuena mucho el tema de “fracasar libremente”, ya platicaba de los consejos que me habían dado algunos conocidos para perder el miedo a emprender y que realmente se trataba de perder el miedo a fallar. Pero, ¿cómo puede uno fallar con libertad cuando hay tantas presiones alrededor? Uno no puede así como así aventarse a emprender y fallar épicamente nada más porque tantas personas exitosas en el mundo lo recomiendan.

De acuerdo, estoy totalmente de acuerdo con que para crecer se debe resurgir de las cenizas, etcétera, hay que fallar y aprender de los errores. Eso lo entiendo, pero ¿cómo podemos saber que es seguro aventarse y caerse una y otra vez? Malas noticias: no podemos. No hay manera de saberlo, es un salto de fe. Lo que sí podemos saber (y está bien, lo admito, realmente tampoco estamos nunca 100% seguros) es cuál es nuestro sistema de soporte. Esa lista de cosas en las que podemos confiar para sentirnos mejor.

La lista puede ser muy extraña, yo por ejemplo, siempre me digo que, mientras tenga un techo asegurado y la comida de mi abuela, nada más importa. Claro que importa, pero incluso cuando visualizo mi peor momento puedo verme en pijama comiendo enchiladas verdes en casa de mi abuela (o lengua almendrada).

A partir de ahí la lista sólo se hace más grande, es a veces ridículo, pero tenemos que recordarnos que podemos hacer muchas cosas, que tenemos habilidades que no cualquiera tiene empezando por el valor de salir al mundo a arriesgarlo todo. Pero a veces se nos olvida, seguido tengo que recordarme que las cosas que me gustan, hacen que mi personalidad y mis habilidades como profesionista sean distintas a otros y eso le añade valor a mi trabajo. Tenemos que recordarnos una y otra vez que lo que hacemos, no cualquiera puede hacerlo.

Y cuando nosotros no podemos recordarlo, entra otro tipo de soporte, el de nuestros seres queridos. Todo mundo bromea con que sus papás les echan porras pero, si ellos no, ¿quién?

Los emprendedores tenemos que pensar en ese listado de personas, además de nuestros familiares inmediatos (porque, honestamente a veces no son la mejor porra), que indudablemente tienen la mejor actitud ante la adversidad: otros emprendedores, tu mejor amigo de la infancia, tu mejor amiga, ésa que siempre que estás triste tiene helado o desentierra los recuerdos más vergonzosos del pasado, para recordarnos que, siempre podríamos estar peor.

Tu pareja, tus colegas, tu familia… encontrar ese listado de personas y tenerlo presente siempre ayuda en el proceso de emprender porque, aunque nos duela admitirlo, en algún momento los emprendedores siempre vamos a tener que pedir ayuda. Y qué mejor que pedir ayuda a alguien que siempre nos ha apoyado o siempre nos ayuda a poner las cosas en perspectiva, aporta nuevas ideas (o hasta capital).

Los emprendedores tenemos que saber que el sistema de soporte a veces no es para siempre. Tener la lista a la mano siempre ayuda, pero no siempre podrán ayudarnos. También tenemos que saber que, a veces, habrá quienes sientan que el apoyo no es mutuo (porque no tenemos tiempo, dinero o nuestro espectro de atención no nos da para darnos cuenta de que hay algo mal en la relación).

Cuando esa red, que creímos que era para siempre, falla, entran en acción personas o situaciones que no sabías que te podían levantar el ánimo, como cuando te busca un viejo cliente con más presupuesto, un ex-colega te pide tu opinión con respecto a su plan de negocio y hace que todo el esfuerzo y los momentos de fracaso valgan la pena. Y uno va armando poco a poco su lista de pequeñas cosas que nos hacen sentir mejor cuando las cosas no van como nos gustaría.

¿Qué tipo de personas o cosas hay en su lista?