Con frecuencia escuchamos hablar sobre los “increíbles beneficios” que ofrece el mundo digital para el crecimiento de los negocios. Pero, ¿cómo puede la tecnología contribuir al mejoramiento de las problemáticas sociales?

Change.org es uno de los ejemplos más paradigmáticos del poder de los medios digitales para propiciar cambios. Creado en 2007 por Ben Rattray, este sitio web tiene como finalidad “nivelar la cancha” para que cualquier persona pueda exigir cambios a los tomadores de decisiones, es decir, legisladores, medios de comunicación, corporaciones y otros grupos de poder.

Ocho años después de su surgimiento, Change.org es la plataforma para generar cambios sociales más grande del mundo. La revolucionaria herramienta –que originalmente fue concebida como una red social para hacer activismo, mutó en un espacio para crear “blogs con causa” y se convirtió finalmente en una plataforma de peticiones– cuenta con más de 110 millones de usuarios en el mundo, 10 de ellos en América Latina y poco más de 2 en México.

“Cada día se publican alrededor de 250 peticiones a nivel mundial”, explica Ana Laura Lozano, integrante del equipo de Change.org en México, en el marco de Campus Party 2015. Asimismo, cada hora una de estas peticiones es declarada una victoria: es decir, trasciende el plano de la virtualidad para impactar en el entorno real.

Horizontalidad plena

A diferencia de los medios de comunicación, en los cuales unas cuantas personas eligen qué historias contar, en Change.org cualquiera puede abrir el debate en torno a un tema. Esta plataforma opera desde una horizontalidad plena: cualquier persona en cualquier rincón del mundo puede iniciar una petición para generar solidaridad alrededor de su causa y presionar para que se tomen decisiones

“Creemos que la conectividad ayuda a suscitar cambios que no podrían generarse de forma aislada. Produce un efecto bola de nieve de transformación social”, comparte Alberto Herrera, director de campañas de Change.org en México. El sitio recibe diariamente toda clase de peticiones, desde cuestiones locales, como solicitar el arreglo de una banqueta en un parque, hasta otras  más ambiciosas que piden modificar la constitución de un país.

“Reunir firmas es sólo el primer paso. Hay que apelar a los círculos inmediatos y hacer uso de las redes sociales para difundir la petición”, añade Lozano. Después de juntar las firmas necesarias viene la parte más importante: buscar a los medios locales para conseguir que la causa forme parte de la coyuntura mediática. Si se consigue que alguna figura pública la apoye, mucho mejor.

La finalidad es presionar a las personas encargadas de tomar decisiones para establecer un diálogo. “En este espacio interactivo, el tomador de decisiones tiene la posibilidad de responder la petición, rendir cuentas, negociar, poner en común”, afirma Herrera. De este modo, las firmas virtuales tienen un efecto concreto sobre la realidad.

Victorias destacadas

A través de Change.org, un sinfín de peticiones de gran trascendencia ha encontrado salida. Después de acumular más de 2 millones de firmas, los padres de Trayvon Martin –el chico afroamericano asesinado en 2012 en Florida– consiguieron que la persona que le disparó fuera arrestada. Por otro lado, después de más de 100 mil firmas acumuladas, el gobierno sudafricano eliminó las polémicas “violaciones correctivas”.

Tan sólo en México, en un lapso de dos años y medio se han generadomás de 250 victorias. En junio de 2015, Mariana Sáenz logró que Las Patronas, mexicanas que desde hace 20 años alimentan a los migrantes que atraviesan a bordo de La Bestia, fueran nominadas al premio Príncipe de Asturias.

Otra petición de alcance nacional fue la que se viralizó con el hashtag#EnDefensadeAristegui, y que solicitaba al consejo de administración de MVS que Carmen Aristegui regresara al aire.  En cuestión de horas, acumuló más de 230 mil firmas. El creador de la petición convocó a los firmantes para que lo acompañaran a entregar las firmas, y a la cita acudieron 3 mil 500 personas. Las firmas se proyectaron en el muro del edificio de MVS.

A través de la plataforma se han suscitado grandes transformaciones, pero quizá las más significativas son aquellas que se producen diariamente en un nivel local. Por ejemplo, la iniciativa de una vecina de la delegación Benito Juárez que consiguió que el mural del Polyforum Siqueiros fuera declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de México.

Esta revolución digital está cambiando la mentalidad de las personas. “Cualquiera puede tomar la bandera y desarrollar una campaña que derive en cambios tan específicos como desee”, abunda Herrera.

La vocación social hecha negocio

Cualquiera pensaría que ésta es una organización sin fines de lucro, pero la realidad es que es un negocio. Conformada por 350 trabajadores distribuidos en 20 países del mundo, Change.org es una empresa social, es decir, una conjunción entre el modelo de misión de una organización de cambio social y una empresa común en términos del modelo operativo.

Para financiarse, la plataforma trabaja con base en peticiones patrocinadas. Es un esquema similar al empleado por YouTube, con los comerciales en sus videos, o Facebook, con sus publicaciones patrocinadas.

Change.org cuenta con 300 patrocinadores, entre los que se cuentan Amnistía Internacional, el Fondo Mundial para la Naturaleza, las Naciones Unidas y Greenpeace. De acuerdo con Forbes, en lo que va de este año sus ingresos anuales ascienden a más de 15 millones de dólares. Nada mal para un proyecto que inició como un sueño por cambiar el mundo, ¿verdad?

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here