No habrá trabas a los ejecutivos cualificados, en un intento de proteger a la City, cuestionada por Hollande

 

El ministro de Economía británico, Philip Hammond, un moderado que hizo campaña por la permanencia en la UE, ha revelado por vez primera que el Reino Unido dejará a banqueros y altos ejecutivos europeos al margen de los controles de inmigración más estrictos que llegarán tras el Brexit. Ese tratamiento preferente invita además a pensar que el Reino Unido también hará excepciones con otros profesionales comunitarios cualificados. El anuncio de Hammond es un intento de defender la continuidad de la City de Londres como centro de referencia bancario europeo. Hollande criticó ayer con dureza el hecho de que los británicos intenten que siga conservando ese estatus tras dejar la UE.

Según datos de la propia City, en la actualidad el gran centro financiero londinense mueve el 78% del negocio de divisas de Europa, el 85% del capital de los fondos de inversión y el 74% del mercado de derivados del continente. Esas cifras convierten en la City en la primera industria del Reino Unido de largo, su locomotora. Pero Hollande, ya en precampaña para intentar ser de nuevo candidato a la presidencia de la República francesa a pesar de su enorme impopularidad, ha lanzado este jueves en París un duro ataque a sus vecinos: «Tenemos un centro financiero en un país que no es, o no quiere ser ya, parte de Europa, pero que quiere seguir siendo su cabeza bancaria. Pues bien: No. Europa no es solo un espacio financiero, es también una zona de valores comunes, de principios que todos compartimos».

Hammond le replicó diciendo que intentar debilitar a la City «por unas ventajas nacionales muy estrechas e hipotéticas» representa «un enorme error». A su juicio, «el mercado de servicios financieros de Londres sustenta la economía real en toda Europa, no solo en el Reino Unido, su estructura es muy compleja y puede que no se consiga replicarla». Pero París, Fráncfort y Madrid han empezado ya a moverse para tratar de sustituir a Londres como gran base financiera europea. La ciudad alemana es la favorita, debido a que allí se ubica la sede del BCE.

En el Reino Unido viven actualmente más de tres millones de ciudadanos nacidos en otros países de la UE. En los últimos cinco años, la tasa de inmigrantes comunitarios creció un 51%, coincidiendo con una mejoría de la economía británica a la par de la crisis de la zona euro. Mientras, la inmigración llegada del resto del mundo cayó un 8%. Las críticas a los inmigrantes fueron la baza estelar de la campaña del Brexit, que al final se impuso en la consulta.

Philip Hammond mantiene una batalla, sorda y suave por ahora, contra los ministros más brexiters del ejecutivo de May, que son Boris Johnson (Exteriores), David Davis (Salida de la UE) y Liam Fox (Comercio Exterior). El ministro de Economía sabe que la City peligra con sus posturas extremistas de ruptura radical de la UE. El llamado «Trío del Brexit» exige el abandono inmediato de su mercado único para acabar con la libre circulación de trabajadores. Frente a ellos, Hammond intenta a toda costa que el centro financiero londinense conserve su pasaporte europeo. Aunque no dice mucho, May parece escuchar a su ministro de Economía, porque esta misma semana un portavoz del Número 10 desautorizó al eurófobo David Davis, después de que afirmase en los Comunes que es imposible controlar la inmigración permaneciendo en el mercado único europeo.

 

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