Primero la idea era crear un market place de servicios. Luego de escuchar la voz del mercado, tres emprendedores se lanzaron a resolver las necesidades de individuos de la tercera edad solitarios.

Siendo universitarias, Mara Martínez y Fernanda Sottil estuvieron casi cuatro meses en Boston, EE.UU., por haber ganado el concurso Global Founders’ Skills Accelerator 2015, organizado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Aquí comenzó la aventura de Emma, una startup que provee compañía de confianza a las personas de la tercera edad para que tengan un envejecimiento exitoso; es decir, que mejoren su calidad de vida en la medida que envejecen a través del bienestar en cuatro áreas: físico, emocional, cognitivo y social.

Este valor agregado tiene un porqué: el 25% de los adultos mayores en México viven solos, según el Inegi. Se levantan, desayunan y ven televisión. Además del aislamiento social, algunos sufren deterioro cognitivo. Otros están saludables, pero no envejecen contentos y revitalizados porque les hace falta actividades nuevas y recuperar aquellas que han dejado de lado.

Con la página Web miemma.com y una aplicación móvil, esta startup está innovando en el sector de la tercera edad en el país. Esto a través de planes de acompañamiento de personas confiables denominadas como “Emmas” o “Franks”. Se trata de mujeres y hombres con vocación de servicio, que están capacitados o tienen interés por atender a este público y que son rigurosa- mente seleccionados.

Este proyecto empezó con cuatro integrantes, entre ellas Mara y Fernanda. No obstante, las sociedades que arrancan una empresa no siempre se mantienen durante toda la vida de ésta. Por ello, el establecimiento de reglas bien definidas marcará la diferencia entre la

supervivencia o declive del negocio. Y en este sentido, en Emma lo tienen bien claro: por ejemplo, desde el inicio determinaron muy bien los criterios de salida de socios; tan es así, que dos de las fundadoras originales abandonaron el proyecto, aunque hoy las cuatro siguen siendo tan amigas como siempre.

El aislamiento social es un problema?que afecta al sector de la tercera edad. // Foto: Depositphotos.com

Se vale reinventar el modelo de tu negocio

Al igual que muchas empresas de reciente creación, Emma no nació como la primera idea de negocios que tuvieron las emprendedoras. Mara recuerda que fue cuando estudiaba en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) que vio la convocatoria del MIT e invitó a Fernanda y a otras dos amigas a unirse al proyecto. Aunque la idea original que tenían en mente era diferente a su concepto actual. Se trataba de una plataforma que conectaba a individuos que no tenían tiempo para hacer diversas labores –como pasear al perro o llevar la ropa a la lavandería–, con otros que sí pudieran hacerlo a cambio de una compensación económica.

Sin embargo, al realizar la investigación de mercado (durante su estancia en Boston), se dieron cuenta de que la gente lo que realmente pedía era innovación en el sector de la tercera edad. “Pivoteamos estando allá y en sólo una semana decidimos reinventar esto desde cero y seguir la voz del mercado”, cuenta Mara.

Del MIT recibieron mentoría y US$20,000 para arrancar el negocio. “La experiencia fue increíble: además de pagar nuestro alojamiento, nos ayudaron a incubar de la mejor forma posible nuestro proyecto, siguiendo una metodología establecida”, explica Fernanda. Desde Estados Unidos tuvieron conversaciones con adultos mayores y sus familias (en México). Y ya de vuelta en el país, pusieron en práctica toda la teoría. “Fuimos Emmas nosotras mismas; empezamos a probar el servicio y a validar la necesidad”, agregan.

Una lección de negocios que aprendieron en el MIT fue que, “con pocos recursos tienes que lograr muchas cosas, pero debes enfocarte y no querer abarcar todo”, comparte Mara. Las emprendedoras reconocen que al inicio tendrás que hacer diferentes encuestas para identificar un problema, un cliente o una solución; sin embargo, al final aprenderás a construir con pasos fir- mes. También dicen que la humildad es indispensable para aceptar las fallas, pedir ayuda, corregir y mejorar. “Emprende con la bandera de ‘estudiante’ porque así recibes más apoyo por parte de la gente”, aseguran.

En 2016 la empresa obtuvo US$14,000 tras ganar el primer lugar del Premio al Estudiante Emprendedor otorgado por Entrepreneurs’ Organization (EO). De ahí representaron a México en la final de los Global Student Entrepreneur Awards en Tailandia, donde obtuvieron el Premio al Impacto Social.

Posteriormente, aplicaron para Google Developers Launchpad, un programa de aceleración intensivo de una semana que ofrece Google, donde conocieron a Diego Garfias, médico de profesión y a quien invitaron a unirse a Emma. “Ellas buscaban explorar la parte de geriatría más a fondo, un tema que me fascina y apasiona. Mientras que yo quería juntar esos dos mundos: la medicina y el emprendimiento”, recuerda Diego.

Listos para seguir creciendo

Lo que hace diferente a Emma frente a su competencia, dice Fernanda, es el servicio preventivo y no reactivo, como el de las casas de retiro, asilos, residencias, agencias de cuidadoras y enfermeras, que entran en acción cuando surge un problema. Esta startup va más allá: provee acompañantes con un perfil sociocultural parecido al del adulto mayor.

Emmas y Franks tienen los mismos intereses, gustos y hobbies que los adultos mayores. Esto con el fin de lograr una conexión.

“El perfil de nuestro equipo es totalmente distinto al que existe en los proveedores de atención hacia la tercera edad”, aclaran sus fundadores.

La empresa ofrece dos tipos de servicio: acompaña- miento en casa y fuera de ella. En el hogar realizan distintos talleres como redacción de autobiografía, juegos de mesa, discusiones diarias, cine casero y tecnología. En la segunda opción acompañan al adulto mayor a su cita con el médico, al supermercado, a tomar un café, al teatro o a museos, así como a resolver pendientes diarios.

El modelo de negocio se basa en una comisión del 25% por hora vendida. Si el acompañamiento es en el hogar cuesta $240 por hora y si es fuera de casa $180. O bien, planes mensuales: desde el más básico de $1,400 hasta uno intensivo con seguimiento geriátrico de $6,400. También hacen trajes a la medida. Los servicios de Emma son solicitados la mayor parte de las veces por los familiares del adulto mayor, quienes tienen a su disposición una prueba sin costo para conocer el servicio y a la Emma o Frank asignados. El reto de la empresa es que el mercado tenga la confianza de contratar el servicio desde Internet (miemma.com) sin recurrir al contacto vía telefónica o una visita personal.

“A veces puede sonar extraño el modelo de negocio de esta startup. De hecho, han recibido críticas de que si son scorts, pero es una falta de entendimiento y una percepción errónea. Hay una necesidad muy grande de gente de la tercera edad que realmente está sola y Emma resuelve este problema”, expresa Luis X. Barrios, director general y cofundador de The Pool –lugar donde se incubó Emma–.

Por su parte, Mario Ulises Pérez Zepeda, investigador del Instituto Nacional de Geriatría, señala que existen muchas empresas enfocadas “en el viejo enfermo y deteriorado; y descuidan a los que están sanos”, que son la mitad de los 12 millones de adultos mayores que viven en México. “Las emprendedoras se adentraron en un campo que no está explotado y tienen muchas posibilidades de éxito por su perfil de negocios y humano. Su sensibilidad es sorprendente a pesar de no ser geriatras”, sostiene Pérez Zepeda.

El objetivo de Emma es resolver un problema real y generar un impacto social y escalable que llegue a millones de personas. A un año de su fundación ya ha brindado 450 horas de acompañamiento. Además, tiene 300 solicitudes de candidatos a Emma o Frank (actualmente son 25 ). Hoy, la startup suma 22 clientes y cuatro alianzas con casas de retiro y asilos.