Hay una gran diferencia entre ser un emprendedor y ser dueño de un pequeño negocio.

Creo que nos hemos dejado llevar por la moda de etiquetar a las personas como “emprendedores”. Tantas personas de negocios se consideran emprendedores que se ha vuelto difícil identificar quién realmente lo es.

Muy seguido veo que la gente confunde el término con ser dueño de un negocio. Muchas personas pueden poner un puesto de jugos, pero son pocos los que pueden idear une empresa desde sus cimientos y dirigirla desde su fundación hasta su salida a Bolsa o participación de accionistas.

Como alguien que ha fundado varias startups y ha comprado varias compañías, puedo decir que soy un emprendedor. Nuestras características están bien documentadas, analizadas, listadas, etcétera, pero la gente sigue confundiendo los términos.

Entender la diferencia entre poner un negocio y ser un emprendedor de alto impacto es fundamental para la economía del futuro.

Los emprendedores que yo conozco…
El fruto de la labor de un emprendedor es la búsqueda insaciable por hacer más, más y más. No podemos parar y no estoy exagerando cuando lo afirmo.

A pesar de lo que se pueda creer, los emprendedores no somos interminablemente valiente. De hecho, los emprendedores se impulsan más por un miedo cerval al fracaso o a perder una oportunidad (mucho más que por buscar reconocimiento). El verdadero miedo de un emprendedor es no vivir aprovechando a lo que el o ella considera una oportunidad única. El miedo a un supuesto fracaso es peor que el fracaso mismo. Los emprendedores no celebran el fracaso porque se crean superiores a los demás, lo festejan porque es muy difícil verse en el espejo cuando las cosas no salen como esperabas. El concepto de “fracaso exitoso” (es decir, que no estás avanzando lo suficiente si no tienes un par de tropiezos) es un mantra que hace que muchos emprendedores se levanten de los malos momentos y vuelvan a la carga.

Los fondos de capital invierten y la población de emprendedores sigue creciendo. Cada vez hay más incubadoras, aceleradoras e infraestructuras que apoyan los esfuerzos de las personas con grandes ideas.

X (antes conocido como Google X) dice que un verdadero “moonshot” (“Tiro a la Luna”, en inglés – una oportunidad una en un millón que fue aprovechada, dio grandes ganancias y transformó al mercado) es más que buscar un pobre 10% de utilidades, debe buscar mejorar 10 veces un problema actual. La combinación de un gran problema con una solución radical y un gran descubrimiento tecnológico que resuelva esa crisis, es la esencia de un moonshot. Lo que le falta a esta definición es la necesidad draconiana de los emprendedores para sumar ambición con el dinero de otros y la habilidad de convencer a la gente de sumárseles en un camino de locura.

Esos son los emprendedores que conozco. Creo que es una de las descripciones más claras que hemos encontrado en los últimos 10 años. A los emprendedores no les importa tratar de ser diferentes. Simplemente lo son.

Eres un dueño de negocio si…
El dueño de un negocio por el contrario construye una empresa pedazo a pedazo. Generalmente resuelven problemas pequeños y localizados con sus empresas, pero no están tratando de redescubrir el hilo negro. Son los que más generan empleos porque cubren un área mucho más amplia, pero no están sacudiendo al status quo, ni creando nuevos mercados o avanzando la economía con saltos cuánticos.

Estas personas buscan tener menos riesgos y si un día logran un moonshot, es por accidente. Los pequeños negocios están creados para dar una forma de vida a los dueños y a los empleados. No hay nada serial en ellos. Estas personas son las que logran tener un buen balance de vida y trabajo sin dificultad.

Más allá de esto, sus productos o servicios existen en un mercado conocido con contraofertas establecidas. ¿La tienda de la esquina que tiene 50 años en la colonia? Esos son los negocios que tienen como definición de éxito el poder abrir sus puertas al día siguiente. Es decir, se enfocan en sobrevivir y no en ganar de verdad.

Los fondos de capital no están ahí para respaldarlos o sus modelos de crecimiento del 15%, su marcha hacia la rentabilidad es una cadencia constante de pasos tácticos en una dirección definida con bajo riesgo con un retorno aún menor. Si bien esa dirección puede cambiar, no es por el capricho del mercado o la presión de los inversionistas. También hay poca rotación o corrección de rumbo porque los dueños de estas pequeñas empresas no buscan descubrir un nuevo mundo, sino simplemente caminar por el camino bien establecido.

Curiosamente, ser más grandes no siempre es mejor para ellos. Es la única faceta de su negocio que ha tenido un valor duradero con los clientes a través de los años. Pensar y calificar a los pequeños negocios y locales ha ayudado a las pequeñas empresas a sufrir una avalancha de competencia de las grandes tiendas y franquicias por década.

Si los emprendedores son las moonshots de nuestra economía, los propietarios de pequeñas empresas son la gravedad que mantiene unido nuestro sistema en tierra.

El desacoplamiento es la única manera…
Si bien tanto los emprendedores como los propietarios de pequeñas empresas pueden tener algunos genes empresariales similares en su núcleo, no podemos ignorar las diferencias entre los dos que finalmente definen su papel en nuestra economía. No debemos estar enojados porque todo el mundo no es un empresario, sino celebrarlo. El mundo y la economía necesitan equilibrio.

Los emprendedores, en su raíz, son raros, transformadores y arriesgados. Van a impulsar a la sociedad hacia adelante con grandes saltos de disrupción creativa. Los dueños de pequeñas empresas nos dan una base estable que desacredita los moonshots y nos protege de los daños colaterales de los fracasos.

No te estoy pidiendo que hagas un juicio de valor de uno sobre el otro, pero considera esto: hemos estado animando a la gente a convertirse en emprendedor durante décadas y la tasa de fracaso de inicio ha llegado a 90 por ciento.

No debemos querer que todos sean empresarios. No se trata de separar a los profesionales de los aficionados, tampoco. Se trata de enfoques responsables del crecimiento económico y del cambio social.

Permite que los agentes de cambio realicen el cambio: los emprendedores reales están bien preparados para dar forma al futuro. Necesitamos que los propietarios de pequeños negocios anclen nuestro presente, y muchos de ellos están siendo atraídos por esa importante obra por una percepción inauténtica, lamentablemente equivocada de lo que significa ser un empresario.

Necesitamos encontrar el equilibrio correcto de los dos, y eso comienza con vocabulario y percepciones. Imagínate si todas las empresas tuvieran una tasa de fracaso del 90%. ¿Qué pasa si ninguna empresa realiza avances gigantes? Cuando el equilibrio entre los pequeños empresarios y los emprendedores se desvanece, podemos hacer un daño notable.

La mejor manera de evitar eso es dejar de fingir que eres algo que no eres.