El Banco de España realiza una simulación del impacto en la renta que tendría una subida de los tipos de interés oficiales. ¿Está el miedo del mercado justificado?

“El temor es racional. El pánico es irracional. Y la mejor forma de combatir el pánico es con información”. Con estas palabras inicia José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la AEB, su análisis sobre uno de los puntos destacados del informe anual del Banco de España publicado ayer, en el que el organismo analiza el impacto de la futura normalización monetaria.

Se trata de un análisis en el que el organismo realiza una simulación de cómo las subidas de tipos de interés oficiales impactarán sobre la renta de familias, administraciones públicas y empresas en los próximos años, abarcando este estudio hasta el año 2019. Y los resultados se reflejan en los siguientes cuatro gráficos:

Fuente: Informe Anual del Banco de España.
Fuente: Informe Anual del Banco de España.

El Banco de España realiza su estudio bajo cuatro supuestos alternativos:

1. Escenario base, bajo el esquema de subida de tipos descontada por la curva.

2. 100 puntos básicos al alza en los tipos de interés de corto plazo sobre el escenario base.

3. 100 puntos básicos al alza en los tipos de interés a largo plazo sobre el escenario base.

4. 100 puntos básicos al alza en los tipos de corto y largo plazo sobre el escenario base.

“Naturalmente, su impacto dependerá de la estructura de deuda (más sesgados a corto plazo en el caso de familias y empresas) y si lo comparamos con los niveles previos a la crisis deberemos tener en cuenta el stock relativo de deuda (desapalancamiento del sector privado y fuerte aumento de la deuda pública”, explica en su análisis Campuzano, recordando que en el caso de la renta neta, “debemos considerar también el impacto positivo de la subida de tipos en los ingresos financieros”. Es el caso de los depósitos de las familias.

Para el portavoz de la AEB, se trata de un impacto neto moderado, asumible en un contexto de continuidad en la recuperación económica. De hecho, el Informe Anual del organismo refleja cómo la economía española mantuvo un “elevado” ritmo de crecimiento en 2016, superando las expectativas al crecer el PIB un 3,2%, y que se espera que a lo largo del trimestre en curso se recupere el nivel de PIB previo a la crisis.

A pesar de todo, los riesgos como la subida del petróleo, la elevada deuda o el proteccionismo podrían interrumpir el fuerte ritmo de recuperación de los últimos años. Y en este contexto, Campuzano considera que “el debate sobre la futura evolución de los tipos de interés no debería centrarse tanto en limitar el potencial daño de su normalización, como en limitar los riesgos a futuro de mantenerlos artificialmente bajos”.

Más allá de las políticas monetarias

Las medidas extraordinarias aplicadas durante los últimos años habían convertido a las políticas monetarias en los principales garantes de una recuperación. Y que ahora debe ceder el testigo a las políticas fiscales.

“A pesar de que supone un ‘viento en contra’ del crecimiento, el endurecimiento monetario como tal no es algo malo cuando la economía se está calentando”, apuntan los expertos de Nordea AM. Sin embargo, alertan del peligro que supone que el respaldo fiscal sustituya al de los bancos centrales, pues, afirman, ambas políticas son “complementarias, no sustitutivas”, sobre todo en un mundo “inundado de deudas” y muy sensible, por tanto, a cualquier movimiento en los tipos de interés.

En este sentido, desde XTB creen que las autoridades monetarias “siempre van a estar ahí, cuando las cosas vayan bien, como es en este momento, y también cuando las cosas no vayan tan bien. La próxima piedra en el camino que se le está empezando a plantear a los bancos centrales, es el impacto destacable para el largo plazo que se podría producir en la renta fija, ocasionando una situación adversa”.

Tal y como indica Credit Suisse, uno de los principales interrogantes para las autoridades monetarias es hasta qué punto pueden volver a la ‘normalidad’ previa a la crisis. Y es que, por ejemplo, ante el nuevo entorno regulatorio, deberían mantener sus amplios balances por un largo periodo de tiempo, para que las entidades financieras puedan cumplir con los requerimientos de liquidez impuestos por Basilea III.